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El Jarama – Sánchez Ferlosio

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Antes de llegar al bachillerato yo leía libros de mayor (lo que yo consideraba libros de adulto vaya ) que venían a ser los best seller de turno que mi padre compraba al Circulo de lectores. En aquellos tiempos pretéritos la clase media leía, de manera ocasional, pero leía o al menos se gastaban lo que ahora se gastan en el Netflix en libros. Quedaba feo tener un salón sin libros.

Ya había pasado por el barco de vapor en sus diversas tonalidades, la colección juvenil del alfaguara, los cinco, Hitchcock y los tres investigadores etcetcetc. No considera especial seguir leyendo, no creo que muchos se hubieran leído El nombre de la rosa en octavo (y flipado con ello dentro de lo que me enterara) pero no daba para fardar. Para presumir hubiera sido haber hecho algo serio con alguna chavala (se rumoreaba que en octavo algunos ya habían zumbado, aunque podía ser rumorologia porque la realidad es que para la generación EGB esos territorios eran pura especulación) Eso hubiese dado puntos, leer a Umberto Eco no. Si leía libros de adulto era porque no habia moviles, el Spectrum no podía estar encendido todo el día (cargar un juego daba para leer un capitulo de algo)  y era lo que había en casa, en aquellos entonces la literatura juvenil no era infinita y los adolescentes no eran target ni objetivo de ninguna editorial en concreto.

Una de las cosas que me llamaban la atención del bachiller era lo poco estimulante que eran las lecturas para un adolescente. Pongamonos en situación, 14-15 años, Casona, Becquer, Espronceda, Unamuno, Delibes, ..cosas así. No, tu cabeza no esta para los dilemas de fe de Unamuno, de hecho, hay que ser muy sádico para pensar que un chaval de 15 años va a sacar algo en claro de las crisis de fe unamunianas. Leer era divertido, pero quien no tuviera cierto habito antes del instituto estaba perdido del todo como futuro lector con lo que nos tocaba leer.

Otro factor desmotivador es que te podías tirar meses con un libro de 200 paginas. Por dios, me lo leí hace dos meses (en realidad los buenos ya me los había leido porque tenia un hermano mayor), como me pones ahora el examen, pensaba, ya ni me acuerdo. Para rematar quedaba hacer la autopsia de las lecturas, ese afán por diseccionar las cosas hasta que, bueno, hasta que perdían cualquier gracia. De aquellos años de lecturas creo que lo único en claro que saque fue a Mendoza y cierto repelus por la producción española que era lo que se promocionaba (solo se colaban cosas de Horacio Quiroga, Rulfo y rara vez literatura en otros idiomas).

Por suerte yo era de ciencias puras,  mi vinculación con la lectura por obligación y tutelada queda aparcada en segundo de bachiller. De otra manera hubiera terminado por repudiar los libros, porque lo que quedaba era el Mio cid, La celestina, el Quijote, Tiempo de silencio o El jarama. ¿quien programaba las lecturas? ¿Un mono loco? Ya estaban en letras, se habían quitado de encima a los de ciencias, podían sacar la mierda buena y disfrutarla. Las cifras de lectura de los españoles de mi generación tienen sencilla explicación.

Por supuesto el único problema de la mayoría de aquellas lecturas era el tiempo y el lugar. Poca culpa tenían los autores de servir de elementos de tortura para hordas de adolescentes hormonados, esa nunca fue su intención al escribirlos, ni su lector. Uno de los damnificados fue El jarama de Ferlosio. Alguno de mis amigos me advirtió que divertido divertido, no era, por lo que nunca me intereso demasiado. Con el deceso del buen Rafael tuve a bien el mejor homenaje que se le puede hacer a un autor, que es leerlo, y a ello me puse para subsanar esa deuda histórica.
eljarama6

Todo comienza en la fonda de Mauricio, allí el buen hombre va a tendiendo a los parroquianos. al rato llegan unos jóvenes de Madrid, le piden permiso para dejar las bicis en el patio antes de bajarse para pasar una jornada estival a la orilla del rió, el rió Jarama, por supuesto.

La novela transcurre entre esos dos escenarios. En la taberna de Mauricio por donde van desfilando parroquianos y visitas y donde la gente habla, juega a las ranas, al domino, porfía, entran y salen, intercambian comentarios de trascendencia limitada y el rio dónde los jóvenes excursionistas hacen lo mismo, se bañan, meriendan, hablan y juegan.

Y eso es todo, no sucede nada digno de mención hasta el final del que, según leo Ferlosio se arrepintió puesto que traicionaba el sentido original del libro que era el de servir de fresco social sin argucias ni artesanías de escritor.

La gracia del asunto es que la novela se encuadra dentro del neorrealismo (hasta el final, cuando le da una tregua a quien haya llegado y Ferlosio hace la concesión de introducir un poco de chicha narrativa), lo que se traduce en gente hablando sin ningún propósito porque el autor no tiene porque dirigir la acción, ni inmiscuirse en la vida de los protagonistas, ni dar pistas ni anticipar sino reflejar lo que sucede de manera mas o menos aseptica.

La gracia por tanto esta en reflejar el habla, los dejes, los dichos (hay cierto abuso del refranero) y las costumbres. Vale, dicen tamañana, pero no hay más. Eso es entretenido por tramos, depende del personaje o de la conversación, pero cuesta mantener el interés. Durante la primera mitad lo leo con mirada sucia para ver si hay alguna pulla o algún mensaje oculto o algo que justifique su fama pero no, lo que se ve es lo que hay, o las intenciones ocultas son demasiado sutiles. El sentido arácnido se despierta cuando se menciona a Paracuellos, o sale el régimen de refilón, pero es demasiado tenue. Los diálogos intrascendentes de Reservoir Dogs son geniales porque se suceden mientras se desarrolla la trama, dos horas del señor Amarillo, Rosa, Marron, Azul y Blanco en una cafetería hablando sobre la discografia de Madonna hoy no estaría trabajando en un videoclub porque no existen, pero tampoco dirigiendo películas.

¿Puede ser visto este afán de registrar la vida de la gente corriente como cierto tufillo a superioridad moral (el intelectual registrando los usos de la «gente corriente»)?, pues podría ser, Ferlosio no era clase obrera, y ese fresco social la verdad es que no me llena, quiero decir, una película de Tony Leblanc o las conversaciones de las pandillas de las películas de Marisol puede hacer las veces para hartarse de los modismos de la época, aparte que alguna expresión parece poco natural o forzada o incluso incorrecta (vale, es gente corriente, no tienen porque hablar bien). ¿Delicioso?, ¿vivo? Por favor, es sucedáneo de vida.

El problema de El jarama es el común al de las novelas experimentales, una vez probada de tesis son un coñazo y eso usualmente se hace en un par de capítulos, quiero decir, y aquí esta el cogollo, yo (imagino que el resto también) consumo ficción para trampear la realidad. Leo libros porque sucede algo, o bien comprime o bien corrige la realidad. En la vida real una persona llena de virtudes y con mucho que hacer en la vida de repente palma, al que es un hijo de la gran puta le toca la lotería, o le hacen jefe. La ficción nos sirve para engañar a la realidad, los buenos ganan, hay planteamientos nudos y desenlaces, los malos pierden, las tramas tienen sentido y los personajes principales no mueren en el segundo capitulo, la ficción es un autoengaño, como el karma o las religiones, pero un autoengaño útil que nos distrae de lo idiota y sin sentido que es la realidad en ocasiones. ¿Quieres horas de chachara intrascendente?, vete a la sala de espera de una peluquería o un centro de salud, es mas entretenido.

Porque el resto son profundidades del tipo
-La vida -repuso Macario-, que es así de imprevista, y te sacude en el momento que menos te lo piensas.
-¿Y quien iba a decirle a su padre, cuando la despidiera al salir para la jira, que iba a ser la última vez que iba a verla.

A riesgo de ser sacrílego, ¿Merece la categoría que le daban nuestros docentes? Difícilmente, supongo que si la tuvo entonces es porque no había mucho más, porque el círculo de autores era muy reducido o porque el mundo cultural era unidireccional. Hoy día un editor se la recortaría a la mitad, y si fuera americano la dejaría en una relato corto. Y digo que imagino porque un editor actual no la publicaría.

Written by Anónimo

May 3, 2019 a 7:13 pm

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