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Ansia – Henar Alvárez

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Husmeando un poco por goodreads llegué a este libro y reparé de inmediato en el hecho de que parecía que nadie del sexo másculino lo había reseñado (puede ser cosa del orden de las reseñas). Desconozco si en la solapa se advertía de ser inapropiado para alguien con p y claro, a mi nadie me dice que puedo o no leer por tener algo colgando. De buenas a primeras me apeteció leerlo. La mente humana muchas veces no es más compleja que esto.

Por desgracia ya era tarde como para no haber leído alguna de las reviews (me gusta leerlas las reviews de los demás, pero después de hacer las mías para evitar ir pensando, aqui fulanito tenia razón, o no veo porque fulanita puso esto) que indicaban que si estabas familiarizado con sus programas, podcast y lo que haga, pues que no te iba a sorprender gran cosa. El gran handicap para mi por tanto no se aplicaba, no sigo sus podcast, ni los de nadie, y las unicas referencias que tengo de Henar son cuatro cortes marranos retuiteados en X y un programa del hacendado en la sexta donde se iban de bares por madrid con Evole creo.

Eso si, esas pocas referencias tenian como elemento común el tema del sexo, de la cochinada y de las cafrerias. Eso es un poco a lo que me sonaba.

El libro nos situa en la piel de Natalia, que viene a ser una treinteañera que se dedica al tema audiovisual. Natalia tiene su marido, que la cuida mucho y define como buen tipo, un crío (bastante genérico) y un veinteañero que la empotra, hasta ahí parecen un poco las aspiraciones de un señoro de los años 60, su familia por un lado, su amiguita a la que pone un piso por otro, un poco ese esquema, ahora que lo pienso, estan las cosas hoy dia como para ponerle un pisito a alguien, sea señorita o empotrador.
Pero como todo lo bueno esto se termina y su toyboy la deja por una más joven, que también parece algo muy del feminismo moderno. Esto desencadena en la buena de Natalia la crisis de la edad, ya no se ve bella, atractiva y decide que algo hay que hacer algo con su vida, deja a su marido, se enreda en una relación sexual turbia con un vecino que resulta ser un bedel, y en otra, y en otra y en fin, se deja llevar. Cosas que se hacen al cumplir años para apurar los ultimos sorbos de la divina juventud.

Analizar la función juzgando a la protagonista-autora, sus planteamientos sobre el feminismo o el empoderamiento la verdad es un asunto que se me escapa. Que se me escapa y me la trae un poco floja para ser sinceros. El sexo es una dimensión importante de la vida, que duda cabe, pero tiene un peso específico dispar en el individuo. Si la liberación, el empoderamiento, es tener la potestad de comportarse como un adolescente salido valga la redundancia sin límite de edad, pues bueno, allá cada uno, a eso no voy a polemizar.

Como relato es, efectivamente como dicen otras reviews, eso, un monólogo alargado, estirado, a veces una mera sucesión de hechos para acomodar los chistes o las morcillas. Es lo mismo que sucedía con el último libro de Joaquin Reyes, también humorista, que usaba un marco de peripecias prescindibles para colocar un sosias suyo, con edad y circunstancias análogas y donde colaba los mismos chistes de su repertorio. Henar copia este esquema, si Enjunto lo hace, porque no yo. Parece ser que si te dedicas al humor esto es tendencia, que me parece bien, pero eso de dedicarte al ingenio y andar reciclando chistes del podcast o un monólogo para cascarlos otra vez en un libro queda un poco asi de su manera.

Dicho eso a poco más podría aspirar el libro con esos mimbres, a ser una Bridget Jones cañi, menos mogigata pero sin propósito vital definido con un humor gamberro con tufillo a stand up , pero creo que ni a eso llega. La trama es planilla, el desarrollo de los personajes es no hay mucho desarrollo en fin, Natalia es una treinteañera chocholoco que le gusta pimplar y follar, cosa respetable pero de interés acotado.


En el tema estilo pues estamos en las mismas, nada muy elaborado, ni muy destacable ni nada de nada. Henar, tia, creo que tenemos una edad como que cascarnos un «sonrie como la Pantoja, dientes dientes» nos rechine, aparte de que igual las veinteañeras se despistan un poco. Hay cosas que un texto, por humoristico, ligero y tal que sea no debería acoger, y Henar pilla muchas, un libro debería ser otro formato que un podcast y un texto literario algo más elaborado a cascar el chascarrillo que se te ocurre, pero bueno, no vamos a decirlo que igual te llaman alguna calamidad.

En definitiva, novela de personaje del humor, apta para fans no muy exigentes del autor que no se cansan de que les cuenten los mismos chistes una y otra vez, poco más puedo añadir, bueno que es ligero, que no cuesta mucho esfuerzo, que, bueno, que es lo que es.

El libro de Rachel – Martin Amis

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Uno de los mejores homenajes que se puede hacer a un escritor que acaba de entregar los trastos de torear, tras haber dado cuenta de la pena que le embriaga a uno y relatar lo anodina y gris que será la existencia a partir de ese momento en un mundo sin su literatura en las redes sociales claro, es volver a leerlo. A veces uno no recuerda porque dejó de leerlo, o descubre que las sensaciones que le transmite son otras que no deja de ser una constatación de que uno es otro. Por supuesto no lo haré con Gala porque no me gustaba ni en su momento y no tengo ninguna deuda de lector con él.

Sin embargo si que leí bastante a Amis, así que bueno, a eso vamos. A Amis dejé de leerlo a cuenta de lo calamitoso de su dentadura, que es un buen motivo para dejar de leer a alguién. Para ser precisos no fue tanto por que el bueno de Martin tuviese una dentadura natural de corchopan, sino porque considerarar pertinente hacer un uso literario de algo tan prosaico. De eso nada monada, hay confianzas con el lector que uno no debe consentirse. En pruridad si que recuerdo haber releido Koba el terrible, que viene a ser una crónica de las manifestaciones distópicas a que condujo el totalitarismo estalinista y que debiera ser de obligada lectura para cualquiera interesado en la historia del siglo XX (y luego ya si uno quiere profundizar le da a historiadores serios). En su segunda lectura ya no me generó las risas de la primera vez.

Asi que me pongo con el Libro de Rachel unos cuantos años después por varios motivos. El principal es que es corto. El segundo es que recuerdo a una ex diciendome que el protagonista podía ser un alter ego mio. Si, ya se que estais pensando, como deja uno escapar a una pareja con la que puede hablar de cosas como la literatura de Amis, vale, vale, dejemoslo en que son cosas de la edad, uno piensa que se encontrará con más gente con la que podrá compartir cosas asi en el futuro, solo que a veces no sucede de esa manera. Por otro las concomitancias son más bien tangenciales, se pueden quedar en la tendencia al cretinismo o ser redicho, pero que yo admita poco más.

El libro de Rachel se enmarca en ese subgénero tan inglés de peripecias de jovencito inglés de cierta posición social y sus correrías por el Londres más castizo (que rara vez sale del triangulo Camdem-Notting Hill-Embarkment) y que el autor utiliza para hacer un cuadro de la sociedad inglesa del momento bien cargado de humor (inglés), ironía, dobles sentidos y todo lo que esperamos de una sociedad desarrollada. Los protagonistas a veces son un poco Holden Caufield crecidos pero en general suelen ser alter egos deformados de los propios autores.
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En este caso es el protagonista es Charles Highway, residente en Oxford a punto de entrar en la veintena y que decide prepararse el examen de acceso a la universidad (Oxford) en casa de su hermana que reside en Camdem casada con un tio de posición económica desahogada, (tiene una tienda de electrodomésticos pero que su familia desprecia por plebeyo). El verano debe servirle, de acuerdo con su ideario autoimpuesto, como puerta de paso a la edad adulta y el fin de la adolescencia, plan que se ve alterado por Rachel, una joven a quien conoce en una fiesta y a la que tratará de enamorar utilizando elaborados planes donde despliega su inteligencia y dotes de seducción y que, obviamente, va reflejando en diarios (alerta spoiler, Rachel en realidad es una alegoría del oficio literario y el libro va de las tribulaciones de Amis como escritor en ciernes).

El libro es el debut de Amis, y como tal tiene los defectos que adolecen este tipo de novelas igual por eso, Amis mantendría una relación de amor odio con ella a lo largo del tiempo. Sin embargo no deja de ser Amis en estado puro, tal vez más autobiográfico de lo que luego se consentiría (hasta los dientes). Charles es cinico, narcisista, inteligente, contradictorio clasista, hostiable y abrazable sin transición e inglés por todos los lados, pero tal vez el resto de los personajes no estén a la altura. Además está el retrato de ese Londres de hace 30 (nota mental, hace 30 años eran los 90, Nirvana, Smashing punkings, esa mierda, el libro va para los 60 años), que diga 60 años es el Londres que no podía molar más.

Dicho eso, tal vez lo que mas me ha chocado al leerlo ahora y sobre todo tras leer toda la papilla que se publica ahora (lo siento por los autores reseñados en los últimos tiempos) es ver como Amis en un párrafo se las arregla para hacer avanzar la trama y meterte una cantidad bestial de información aderezada con una sátira o una ironía o una puta frase que puede poner todo en solfa y dejar bailando el propio relato. Vale, hablamos de un superdotado desenvolviendose en un material que le resultaba muy cómodo, pero no nos dejemos engañar, una novela de debut deja a la altura del puto culo al 95% de lo que se publica hoy e incluyo a autores de prestigio, eso es asi. Es como si los autores actuales usaran una paleta de 8 colores y la de Amis fuese por los 1024, o como poner una cancion de regeton al lado de, yo que se, Lez Zeppelin, si, es una puta verguenza lo mal que se escribe hoy dia, como se ha empobrecido el relato y ya digo, ni siquiera hablo de un Amis a tope de su juego, como dicen los ingleses.

Amis desborda, llena un relato simple de matices, de recovecos, (ojo, es una cosa ligera y humoristica al estilo inglés), pero además entre tanto alarde y sacada de chorra, porque en una novela de debut uno tiene que sacarse los asuntos al sol, Amis te mete la trapera y te suelta navajazos de cuatro palabras que te dejan seco y que solo pueden definirse como de gran escritor.

En definitiva, siempre es buen momento para recuperar algo de Amis, incluso una novelilla ligera para no olvidar que hubo un tiempo en que la literatura (y lo que no era literatura) era algo bastante mejor. 

Paraiso – Abdulrazak Gurnah

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El nobel de literatura es, junto al de la paz por sus sonadas cagadas, uno de los más transversales. Nadie discute si el nobel de fisica esta bien o mal dado. Imagino que en gremio de fisicos habrán codazos y guiños, pero al resto del mundo se la trae floja un descubrimiento esencial sobre como bailan neutrinos o no sabemos discernir si eso da para premio o no. Con la literatura es otro cantar. Mucha gente lee libros, mucha menos que antes, pero sigue siendo algo de amplio calado acerca de lo que cualquiera puede opinar.

No hace tanto el Nobel premiaba a un autor por una trayectoria poco discutible. Siempre ha sido un premio concedido por un jurado de 20 personas, arriba o abajo, y siempre ha estado expuesto al politiqueo del momento y a la labor de alcoba y el correveidilismo de despachos (por eso Cela lo tiene y Delibes no, con lo que no digo que Cela no lo merezca sino que lo merece al mismo nivel de Delibes) pero el mensaje del Nobel era claro, estos autores son canon y su puto nombre quedará esculpido en mármol, sin que ello lo salve de olvidos imperdonables (Borges es uno de los escritores en lengua castellana más influyentes, al menos en otros escritores) o premiados que han sufrido regulero el paso del tiempo y que hoy día tienen una vigencia muy limitada por no decir que no la tienen.

Sin embargo eso cambió. Incluso antes del Dylanazo es imposible no advertir cierto desnortamiento en el premio. Sigue siendo el criterio de un grupo de personas sujeto a presiones varias, pero el mensaje se ha desvirtuado. Los objetivos parecen menos definidos y menos absolutos y abarcan desde epatar hasta descubrir a escritores que a ellos les parecerán dignos de los honores pero que, a fin de cuentas, ni han trascendido por su literatura ni gozan del consenso generalizado. Eso nos lleva a autores semidesconocidos al menos en ciertos lares, exotismos, o apuestas por escritores menos conocidos, al tiempo que es muy complicado no pensar que se penaliza a autores cuya calidad nadie discute por razones tan peregrinas (suponemos) como vender bien o por su nacionalidad, que digo yo, si la narrativa americana es de las mejores y más fecundas, pues se reconoce y ya está, pero no Roth palmó sin lo que hubiese sido un premio merecido y poco discutido.

Pero el Nobel sigue siendo el Nobel, aunque nos tenga algo despistados respecto a que pretende ser aunque, al menos en mi caso, prefiera la concepción inicial a que trate de ser una invitacion a conocer autores desconocidos o un premio a otro tipo de activismos o politiqueos de cualquier tipo, quiero decir, es muy respetable, pero para eso debería haber otros canales.
Poner en la palestra a gente como Tokarczuk con bibliografias que no llegan a las 10 novelas y ninguna de particular éxito es una putada gorda cara a hincarles el diente, ellos que estarán contentos de la vida, pero «descubrir» a alguien con la etiqueta de Nobel condiciona aunque se trate en este caso del juicio de un soplagaitas como yo. Tokarczuk, apenas traducida, me pareció bien pero ni mucho menos una autora imprescindible en ninguna faceta, mucho menos como para ser Nobel.

En el caso de Gurnah solo habia llamado la atención de una pequeña editorial española. Para jodernos el cuento de hadas, el premio les llegó cuando ya habian quebrado, asi que ni de eso se han podido beneficiar. Gracias al Mola gate estamos viendo que hoy dia publicar tiene mucho más que con cosas como los likes, followers, ruido que hagas en las redes sociales o incluso tu edad y género que con la calidad de lo que hagas, pero no deja de ser un dato. Gurnah no había llegado al radar de nadie de relevancia en español con fuerza para publicarlo aunque eso dice mucho en detrimento del mundo editorial en español. Aunque tenga etiqueta exótica, Gurnah es profesor de literatura en Kent, vamos que no lo han sacado de la selva ni va en taparrabos y ha sido finalista un par de veces del Booker. Que un perfil asi sea susceptible de recibir el Nobel y que a ninguna editorial española de fuste le haya dado por traducirlo te cuenta todo sobre como está el mercado, y sobre porque lees mierda tras mierda de gente que no tiene nada que contar y a gente que ni te suena le dan el Nobel.

Pero vamos al libro. Paraiso nos pone frente a Yusuf, un crio de 10 años que es enviado junto a su tio Aziz como ayudante hasta que se entera que en realidad, esta siendo el pago de una deuda contraida por su padre con el tal Aziz que ni tio ni nada, sino contrabandista y mercader (aunque piadoso y justo hay que decir).
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La acción transcurre en la Tanzania justo anterior a la I guerra mundial y tiene tres partes diferenciadas, la primera la llegada de Yusuf a la casa de Aziz y el descubrimiento de un nuevo mundo y de su situación (que en ningún momento supone ningún trauma ni nada por el estilo ni implica ningún trato vejatorio). La segunda su viaje iniciático al centro de Africa en una expedición comercial que sale regulinchi y que ha servido para que busquen parentela con Konrad bastante cogidas por los pelos en mi opinión. Y la tercera que habla de los momentos posteriores, como ha madurado Yusuf hasta el final que es la llegada del conflicto europeo a las colonias y que sirve para cerrar el libro.

La lectura es ágil, viva, colorida y responde a lo que te puedes esperar de un escritor tanzano (aunque, reitero, enseñe literatura en Kent). El libro se lee bien y es más Kipling, e incluso Kapuściński en Ebano que desde luego Konrad. A ratos es aventura, a ratos relato de maduración («-Yusuf, ve con ellos y fijate en lo despreciable y necia que es la naturaleza humana»). Los personajes no responden al tópico inmediato (Aziz es bueno y protege a Yusuf al menos no lo trata como un esclavo).

Por supuesto por buscarle la chicha hay varias puyas al tema colonialismo y al papel de Africa como espectador mudo objeto de expolio de los europeos («Tengo miedo de los tiempos que tenemos por delante (…) Todo está alborotado. A esos europeos se los ve muy decididos y, mientras luchan or la prosperidad de la tierra, nos aquilarán a todos. Habría que ser un estúpido para pensar que estáan aquí con el fin de hacer algo bueno. No es el comercio lo que buscan, sino la tierra. todo lo que hay en ella…, incluidos nosotros.») o su subordinación a la tiranía del hobre blanco («»El sur es una casa de locos. Allí se han hecho realidad toda clase de fantasías crueles. Y deja que te diga algo sobre esos afrikaaners. Están locos. No quiero decir que sean sencillamente salvajes y sanguinarios, sino mucho más que eso. El ardiente sol ha convertido su cerebro holandés en sopa.»).

También aparece el asunto religioso («-Ahi vive su Dios. Los salvajes creen en cualquier cosa si es lo bastante descabellada. No conviene decirles que esto o aquello es infantil. No se puede discutir con ellos.»), pero ya digo, nada demasiado espeso.

La conclusión es que es una lectura interesante, amable, entretenida, de lectura sencilla, poco densa que no se ceba en victimismos, simplezas o maniqueismos varios. ¿Da la cosa para nobel? Pues no se, realmente no diría que me ha asombrado, todo está bien, responde un poco a las expectativas y no cae en lugares comunes o simplezas, pero tampoco puedo decir que me haya deslumbrado. Es uno de sus obras más reconocidas y sin duda me parece un buen libro pero me resulta insuficiente para hacerme un juicio sobre la trayectoría del autor como galardonado por lo que supongo que lo mejore es pillarlo y disfrutarlo sin pensar en estas consideraciones de antemano.

Los Ingratos – Pedro Simón

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Creí que Ana Iris Simón había dado una patada en la puerta para abrir definitivamente el melón de la nostalgia noventera (Nirvana, New Kids o Alejandro Sanz) de una vez, pero está claro que la generación Chanquete aún se resigna a entregar la cuchara al leer la introducción de la novela «emocionante novela sobre una generación que vivió en aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre.» Solo puedo decir, joderos treinteañeros, aún no hemos saciado nuestra sed de supertacañones y Tulipan (perdón Julipan) y gastamos más en libros que vosotros.

Veo además que el libro ganó el premio Primavera 2021, si la mayoría de los premios del panorama son garantía de poco o nada, uno que tiene entre sus premiados más recientes a Maxim Huerta, Nativel Preciado, Juan del Val o Carme Chaparro lo es menos, pero bueno, como he dicho muchas veces, aquí se está a las duras y a las maduras.

La cosa no engaña, las calles huelen a humo de leña antes de comenzar. El martilleo referencial es tan abrumador y constante como poco sutil. Me pregunto si no hay cierto regodeo en el hecho nostálgico, bueno. La primera escena tampoco es un ejemplo de sutilidad, una señora perdiendo a su crío. De ahi pasamos al protagonista, hijo de una maestra de pueblo itinerante que aterrizan en un pueblo (suponemos que de madrid)mientras su madre pide plaza en la capital.
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La historia es la de este crio, David, tercero de tres y su vida en este pueblo donde ha sido destinada su madre mientras que el padre, un poco golfo hay que decir, trabaja en Madrid mientras va y viene. La trama se desencadena cuando contratan a una señora grande y sorda (gorda también, pero he puesto sorda), Eme, a la sazón la protagonista de la escena inicial, para ayudar con las tareas del hogar. Señora que pierde un crío en un lado, en el otro crio cuyo padre trabaja en otra ciudad y madre en la escuela, unir por la línea de puntos.

Es un relato por tanto con voz de crío bastante convencional a lo Cenizas de Angela (con otra trama), o Aquellos maravillosos años que el autor sazona con un regusto final a Roma, que justifica el título (que buena era la Eme, que rápido pasamos de su culo cuando le dieron plaza a la mama en Madrid) y que sirve, fundamentalmente, para hacer un retrato de la vida de un niño en un pueblo en los estertores del franquismo. El 85% largos del texto es eso, aunque tengamos que aceptar la cobertura del tema hijo perdido para darle algo de enjundia.

El autor, he de reconocer, no se deja casi nada en el catálogo de la naftalina, desde los Simcas al 127, los helados drácula, el Un dos tres, los Madelmans, los recortables…etcetc, en ese sentido, hay que admitir que es va bastante completo, como falta Cruyff deduzco que el autor es poco de futbol, pero dejarse se deja poco. Pienso si el atraco no es el equivalente a los trucos de programación neurolinguistica de los gurus de tres al cuarto, que que estirando igual había llegado a Naranjito y habia hecho el completo, y varias cosas más. De hecho a veces me cuesta porque solo son peripecias de muchachos en un pueblo, entretenidas y tal, pero poco más.

Sin embargo también reconozco que el autor mantiene el equilibrio, la chicha no es gran cosa pero si no se es muy exigente proporciona cierto armazón y más o menos sostiene la función. Por supuesto es importante tener en consideración que hablamos de que gran parte del relato atraca a una memoria generacional compatida, tampoco se como lee esto con 10 o 15 años menos y sin tanta complicidad ni referencias comunes, pero eso lo tendrá que decir un veinteañero.

Como resumen te da algo de sobredosis nostálgica, abusa un tanto de la moralina y del sentimentalismo un poco metido a capón sobre todo al final, los diarios de Eme no son del todo creibles pero a cambio el relato mantiene la solvencia, se deja leer y el autor aún nos cuela algún verso y alguna licencia poética para completar el guiso «llovia como un mar dado la vuelta» porque no solo de la botilde vive el hombre. No es una obra maestra, no plantea nada original, pero cumple con su tarea.

Castellano – Lorenzo Silva

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No soy un gran lector de Lorenzo Silva, y eso que La flaqueza del bolchevique si me gustó, aunque no se hasta que punto influenciado por el recuerdo de Maria Valverde (más o menos teníamos y tenemos la misma edad cuando hizo la pelicula, no soy un Sanchez Dragó de la vida) y el buen hacer de Tosar que ya comenzaba a sacarse la chorra y bordar sus papeles. Pero luego leí alguna de sus novelas policíacas que podrían servir para evidenciar lo poco que ha evolucionado el género en estas décadas (ya apestaba cosa mala) y me dió cosica, verguenza ajena vaya, y eso que yo era bastante más mozo. No lo digo para posicionarme por encima del autor, lo digo como acto de sinceridad, si hubiese experimentado otra cosa lo diria, Silva de hecho me cae bien y de cuando en cuando he leído sus columnas sin que nunca haya sido columnista de referencia. Pero tras ese golpe de alipori no volví a leer ningún libro suyo.

Pillo este Castellano un poco con aprensión, lo admito, y porque no encuentro nada que me llame minimamente la atención ahí fuera, así están las cosas, sin duda el estío no es época para los descubrimientos sino para limpiar las cosas aparcadas.

Silva comienza contandonos que siempre se ha sentido un poco huerfano de raices que siempre es un drama. A los madrileños les sucede un poco como a los americanos según contaba Tarantino, carecen de raices, de sabor añejo. Es un poco tontería porque fuera de sus lugares de origen tanto madrileños como americanos son perfectamente reconocibles como madrileños o americanos y se les tolera mientras se dejen sus dracmas. En ambos casos cuando salen de sus entornos todo les parace peor, pero cuando regresan se notan faltos de algo. En el caso de los americanos se inventan raices irlandesas (que vaya honor tener un abueno destripaterrones de Cavan dicho sea de paso) o indios que siempre quedan bien. Los madrileños tienen que recurrir a cosas mas modestas, pueblos muertos o en vias de morir de algún rincón pintoresco, pero mejor decir que tus abuelos eran de Leon a que eran de Carabanchel o Moratalaz, porque, ¿que hostias significa ser de Moratalaz?

Lorenzo nos cuenta (explico esto porque es clave para el libro) que su madre era de un pueblucho cerca de Tamames (Salamanca) y su padre andaluz, pero que como el pueblo del padre tenía playa y buen tiempo solo recuerda haber ido una vez a Salamanca en su niñez, experiencia de la que recuerda sol y moscas (no hay duda, estuvo alli). Sin embargo y pese a su mayor cercanía con Andalucia jamás se ha sentido cercano a lo andaluz, cosa comprensible y que no voy a reprochar. Nadie no andaluz se siente andaluz, incluso ellos no deberían. Bueno si, Alejandro Sanz pero hablo de gente normal.

Un hecho servirá para que la cosa se decante y solucione esa horfandad identitaria. Tiene casa en Barcelona y asiste con cierto estupor al ascenso del nacionalismo catalan, ya sabemos, gente que se siente superior moralmente (y genéticamente) al resto del pais, aún cuando mas de la mitad de ellos proceden de poblachos extremeños o andaluces por muchas gafas de pasta de colores que gasten, superioridad que es un poco como yo no soy racista como los putos gitanos esos que no soportan los payos y que no se integran, pero bueno. Un dia, tras escuchar que un protohombre catalan describe despectivamente la sonrisa de alguien como mesetaria (en la meseta todo el mundo sonrie igual) mientras va en el coche apaga la radio del rechazo, desprecinta un disco que admite que compró porque estaba de saldo y que resulta ser del Nuevo mester de juglaría y le sobreviene una ecolosión epifánica escuchando el himno de los comuneros, Lorenzo ha encontrado sus raices, a partir de ese momento Lorenzo es castellano.

No creo que sea posible alzanzar una epifania mas jodida que la castellana sin chupar un sapo bufo o meterse una mierda buena, quieron decir, en el ranking de epifanias debe estar bastante alto. No descartemos que escuchar el Nuevo mester tenga estos efectos.

Aqui un inciso, Silva se reencuentra con su yo castellano pero sus raices de ser son charras, y Salamanca pertenecia al reino de León que era, sobre todo al inicio rival del castellano. Salamanca tiene frontera con Portugal, y Castilla nace a 300 km de sus raices maternas en algún rincon entre Cantabria y Burgos por la mezcla entre vascos, cantabros, leoneses, astures y mozarabes (basicamente los restos de serie de estos, lo mejor de cada casa vaya). Por supuesto no es algo que no interesa al gran público, pero incluso a quienes nos hemos criado en Salamanca nos rechinaba, merced a lo poco mirado de los programas educativos, leer las hazañas de Ferran Gonzalez cuando se reía de los reyes de León, un poco como si a los crios escoceses les contasen como los audaces reyes ingleses atraparon al rebelde William Wallace y destriparon como a un vulgar ladrón de gallinas.

Asi que siendo un poco mirados Silva se siente reconfortado con una identidad que no le corresponde, pero bueno, como lo ha elegido él se respeta y punto.

Y de ese feliz encaje del autor con el mundo nace el libro, que ni es novela ni ensayo sino un hibrido intermedio. Silva nos va entreverando sus mierdas personales que he referido al comienzo, su identidad, su descubrimiento de las raices castellanas, con una narración de las guerras comuneras. La primera es un poco impudicia personal, me parece bien que te sientas castellano, ¿pero eso hace un material narrativo interesante?, ¿que sustancia tiene tus paseos por los restos del antiguo reino? bueno, habría que discutirlo. Lo segundo se nota que esta trabajado, estudiado (no voy a hacer el esfuerzo de contrastar si se ajusta o no a los hechos) aunque la redacción es un poco de guionista de reality chungo, de estos que te sacan un texto a partir de las vivencias de algún pobre diablo que va a la tele a reconciliarse con el hermano con que discutió por una herencia.

Esta naturaleza hibrida hace que me pregunte el motivo por el cual no se ha decidido a hacer novela historica como tal sino a elaborar una redacción de episodios históricos (con cierta falta de objetividad o por decirlo de otra manera, dando una visión algo maniquea de la historia donde los comuneros eran gente chachi a la que el rey flamenco quería crujir a impuestos, cuando realmente tambien eran representantes del viejo orden (iglesia, nobleza local..) que se resistían como han hecho siempre a cualquier propósito de modernización y donde la gente de a pie salia perdiendo ganase el bando que ganase). Igual hacer una novela historica le parecia de pobres o crear una trama y unos personajes le daba sofoco. No se. A veces da la impresión de que te esta cascando textos históricos con una elaboración mínima y tampoco tienes ningún ancla en forma de personaje para identificarte o para que te interese, y puestos a leer hechos históricos en crudo pues igual tiro por un texto histórico de verdad que por una elaboración baratuja donde me ametrallan con hechos y personajes.

Otro aspecto no menor es que para Silva el episodio que condense la castellanidad sean las guerras comuneras, ocurridas durante el reinado de Carlos I y por tanto, tras la unificación de los reinos, esto es, cuando Castilla ya se estaba diluyendo en el nuevo reino de españa y donde por participar participa hastaToledo. ¿quién le ha dicho que las guerras comuneras condensan la flema castellana?, no creo que nadie serio.

Dejando al lado el tema taxonómico y el temático que nos lleva a constatarque aqui hace tiempo que vale todo sobre todo dependiendo de quien facture, la función tiene los defectos y virtudes propias de los batiburrillos. Algunos textos se leen bien, otros no tanto. No creo que Silva sea un gran narrador, al menos en cuanto a narrar eventos historicos con la enciclopedia al lado, la visión por parcial puede caer en lo simplón y la redacción no me parece gran cosa. Pero por otro lado hay cosillas que se leen con cierto interés, siempre que uno sintonice con el tema por supuesto.
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Desde el punto de vista del tema abordado es gracioso ver esta reivindicación de la vetusta Castilla. Supongo que es la respuesta intelectualizada a las provocaciones del nacionalismo paleto catalan, reinvindicar la otra parte. De hecho hasta soprende que no haya habido reacciones mas furibundas y menos elaboradas, quiero decir, seguro que en otros paises ya les habian curtido el lomo a mas de un supremacista en algún paraje de los que denostan y tachan de atrasados, pero la realidad es que para su disgusto el resto de España ha demostrado muchas veces que estan bastante por encima de la imagen tergiversada con la que el nacionalismo catalan trata de estigmatizarla. Tampoco entraré en la legitimidad de Silva para reinvindicar Castilla, algo que ya se hizo por gente como Unamuno (y otros noventaochistas y por las mismas razones, los ataques de los nacionalismos perifericos) a quien además Castilla le pillaba más próxima geográficamente. Silva puede sentirse como le salga del ojete y reivindicar lo que quiera, es su prerogativa.

Si vamos al punto de vista personal, los nacionalismos regionales siempre me han parecido una catetada gorda y no tengo ninguna intencion de enaltecer nada similar. En cierta manera algo que hay que agradecer a haberse criado en una comunidad desustanciada que de hecho es un conglomerado de dos, es que no tienes que cargar con la pesadez de hacer honor a una identidad impuesta. No tienes que ser gracioso, ni tacaño, ni bruto ni palurdo más allá de lo que te pida el cuerpo, ni tienes que comportarte de manera extraña cuando vas fuera. Eso es un respiro.

La exaltación castellana de Silva tiene sus puntos de interés, pero no se hasta que punto es extrapolable, o sirve para tratar de empujar el castellanismo (de nuevo como oposición a movimientos centrífugos) luego supongo que las guerras comuneras en manos de un profesional (no español) darían mucho juego, aqui simplemente se despachan, con lo que da la impresión de ser un poco excusa para que el autor nos meta sus historias personales. Tampoco estoy muy convencido de que consiga destilar la esencia de lo castellano, de existir puesto que ya dije que es una comunidad que ya nace siendo reunión de restos de serie y que fue creciendo incorporando todo lo que quedaba suelto. En cualquier caso Lorenzo, ahí quedan tus cosas, que no se diga.

La Anguila – Paula Bonet

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Estos días surgía la polémica (oh chorprecha) con los dueños de La Chocita del loro que venían a decir que al humor femenino le faltaba un hervor. Por supuesto tales incendiarias declaraciones han sido respondidas desde muchas tribunas, las mujeres no solo pueden hacer reir, hacen de reir incluso mejor que los hombres y si no lo han hecho es porque no las dejaron. Supongo que si los dueños de la chocita fuesen machistas directamente no contratarían mujeres y que sus declaraciones simplemente aludian al hecho de que las mujeres cómicas venden menos que los hombres cosa en la que puede influir el género, pero también la popularidad. Yo por ejemplo he visto ciclos de comedia donde cómicos desconocidos te hacían partir el ojete y tenían en local medio vacio mientras que otros famosillos o televisivos lo petaban e iban a soltar con desgana chascarrillos que ya conocías.

Da igual. Lo cierto es que cada vez hay más cómicas lo que quiere decir que también es un asunto de tradición. Las hay como Susy Caramelo que pueden hacer chistes que llevarían a un hombre a un juzgado y las hay que repiten chistes que eran rancios en el siglo XX, pero en el humor masculino hispano tampoco podemos decir que nos quedemos cortos de ranciedad, por no decir que al 80% es rancio.

Volvamos con los libros. Leo este porque me topo con la autora en el programa de Buenafuente, que por cierto, está casado con una cómica muy buena que no hace humor de vaginas y que suele llevar a muchas muejres a su programa. La autora es ilustradora y no se que más cosas y nos va a hablar de un libro publicado en Anagrama, Anagrama en los 90 era como las sagradas escrituras. Habla de violencia obstérica, otro término que ha llegado para durar dos telediarios, y de cosas de literatura y mujeres, como no soltando largas párrafadas que suenan muy ensayadas, poco naturales y para las que no ha contado con las pausas para respirar.

Vamos con el libro, comienzo y me encuentro que es un poco totum revolutum. La protagonista se llama como la autora, aunque esta aclara en la entrevista que es novela y hay ficción, que digo yo, si hay ficción lláma a la protagonista Margarita y ahorras esos juegos o no saques las cartas de tu abuela. También me pregunto que tiene esto de novela, porque podria ser un diario, un cuaderno de anotaciones o reflexiones al tuntun. Una novela plantea cosas, las desarrolla y luego plas, concluye. Ese es un poco su sentido clásico, planteo un problema a un protagonista, pongo los elementos que dificultan su resolución y que le obligan a desarrollar una estrategia para solventarlo y remato, o no.

Pero esto no va de eso, aqui igual te sale un aborto espontáneo, que te cuenta que conoció a una pintora que llegó en un barco fletado por Neruda para llevar republicanos a chile durante la guerra civil y que llegó a trabajar con Delia, que era el amor de Neruda en esos momentos (Neruda fue muy voluble en amores para los testamentos que les dedicaba) todo eso trufado con uteros, abortos, leches que le suben al pecho y tal.
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Está bien escrito, quiero decir, tiene frases y párrafos interesantes dentro de una estructura que me aburre mucho, que no me interesa, y que sospecho con prejuicio y malicia, no interesará demasiado a nadie con pito. No es un drama, la gente con pito es minoritaria a la hora de comprar libros que es de lo que se trata.

Supongo que la autora se habrá ahorrado una pasta en psicologos, o no y esto es la consecuencia, pero yo acabo un poco harto de que todo apunte a lo mismo, «el abuelo se murió, la abuela se fue con él… y un poco más tarde mis hijas fueron lanzadas de mi utero al cubo de la basura». Vale lo he pillado. Me vas a contar algo o solo te vas a desahogar, y si es asi, ¿porque yo como lector debo estar aqui para compartir tus mierdas? Soy un lector, tu puto deber es entretenerme, no contarme cosas que le interesan a quien te trate y porque le pagas. No se, esa es mi impresión. Por supuesto soy un señoro, pero no aguantaría a un tipo que me suelte párrafos y mierdas de que no se le levanta, mira, tus funciones fisiológicas para ti, no me interesan las funciones orgánicas de nadie, hombre o mujer, yo cuando compro una novela quiero una historia, que le pasen cosas a un protagonista o varios.

Por lo demás me resulta llamativo como terminan cayendo en lugares comunes esta novelas de sastre, que si fragmentos de los diarios de la abuela (abuelas del mundo, quemad vuestras memorias y recuerdos o vuestras nietas publicaran con quien os solazabais), recetas, esta vez de barnices (en serio?), viajes, cosas de aqui, de alli. No es para nada lo que busco que una novela y me parece bastante insufrible, no por ser mujeres, sino porque no me interesa la vida de nadie si me va a contar sus abortos extrauterinos o si llevaba 46 coronas en el bolsillo cuando esperaba el autobus una tarde intrascendente en un pueblo de Dinamarca.

Por supuesto como digo supongo que esto tendrá sus fans, no lo dudo, como habra tipas que encuentran desternillante que Susy Caramelo le pida un hijo a un actor u otra haga el enésimo chiste de que su novio echa a lavar ropa blanca y de color. Pero que no se quejen cuando el resto no mostremos mucho interés al menos o esa debería ser la actitud, no interesa lo que cuento, pues bien, no sucede nada. El truco aqui es que si yo digo que lo que cuenta Use Lahoz es una basura y no me interesa nada o que los chistes de Jaimito Borromeo eran viejos en tiempos de Napoleón nadie se altera, en cambio si digo que esta mierda o los chistes de menstruaciones a mi no me interesan gran cosa me catalogan de señoro o algo peor, y no entraré en si lo soy o no, solo que me parece de entrada un planteamiento del juego emisor receptor culturales poco honesto.

El buen Padre – Santiago Diaz

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Leía el otro día un artículo sobre lo mucho que se publica en España. De acuerdo con las cifras anuales de unos 80 mil libros, libro arriba, libro abajo. La cifra iría a la lista de cosas para enorgullecerte como nación si se leyese con igual desmesura, quiero decir, para ponerlas en perspectiva hay que señalar que se publica más que en Francia (bien) pero se lee menos (mal). Eso dice que muchos libros los lee tu entorno, si tienes suerte y gracias.

Esto es debido a la proliferación de editoriales pequeñas, la autoedición y que imprimir tiradas peque¤as es barato. Algunos editores protestaban pero otros defendían el modelo, si algún título por algún motivo da el pelotazo les hace la temporada, sino vendiendo un poco de un catálogo disperso también les sale a cuenta, alla cada uno y su negocio es obvio que ellos deben saber que les compensa. Esto se soporta solo de un modo, reduciendo o eliminando tus costes de edición, promoción, publicidad y todo eso. Asi es, en la gran parte de las ocasiones es el propio autor quien tras escribir, corregir, editar se autopromociona a través de sus redes sociales o como dios le de a entender a lo Juan Palomo. Por eso cada vez más una editorial te pregunta tus followers antes de mandarte a cagar, de la calidad del tema, claro no se habla, la edición profesional como tal en la mayor parte de las ocaciones no existe.

Eso nos da un panorama literario muy Netflix. Hay mucha producción, eso si diversa y dispersa, pero numerosa y en gran medida basuril. Atendiendo a criterios de calidad, como uno de los editores reconocía, gran parte de las obras no debieran publicarse porque no superan ningún filtro de calidad. Alguna vez sale algo bueno, pero pocas y tampoco hay garantia de que lo que se venda sea lo interesante o edificante.

Para no pecar de viejunismo y de que cualquier tiempo pretérito fue mejor hay que decir que es precipitado adivinar hacia donde evolucionará esta tendencia, tanto en el Netflix original como en sus equivalentes. Es posible que el propio Netflix decida concentrar la producción para invertir más en cada producto si ve que inundar su catálogo de producciones B (y C y D) deja de tener sentido, e igual podría suceder en las editoriales. Por otro lado, el mercado como antes se entendia ya estaba muerto antes del cambio de paradigma y los filtros se habian ido a tomar por culo mucho antes de este fenómeno, no descubro nada si afirmo que habia mucho escritor consagrado que publicaba cualquier mierda que se le pasase por la cabeza amparado en un nombre conocido y la mercadotécnia de la editorial porque le tocaba publicar.

Me pongo con este El buen Padre porque me atosigan con el las cuentas a las que sigo. Vale, rara vez proponen algo nuevo y vale, igual hay que dejar de seguir cuentas al tuntun. Pero no conozco al señor Díaz que por lo que leo ha sido entre otras cosas guionista de Aqui no hay quien viva y supongo que otras series (otro guionista metido a novelista). Veo que es un asunto policíaco asi que si esta bien entretiene, y si no da para unas risas.
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Las primeras frases desaniman, descripciones de aliexpress «tipica persona que pasaría desapercibida en cualquier lugar», diálogos de los chinos «los asesinos no entienden de festivos, jefa», tópicos tróspidos «muchos de los libros de criminología que ha devorado a lo largo de su vida aseguran que es cierto que algunos homicidas acostumbran a volver al lugar de los hechos». Vale, muchas situaciones de estos libros son tópicas, pero ¿no merece la pena intentar cambiar el enfoque aunque solo sea por tedio?

La inspectora, porque estos son los tiempos que hay, es presentada como aquejada de un toc. Sin duda el autor ha leído un manual de como hacer novela policíaca y en el primer capítulo ponía que al inspector hay que darle una característica definitoria para dotarle de alguna personalidad, Holmes se metía mandanga, Carvalho cocinaba y al final quemaba libros, Antoñita la fantástica de Reina roja era mas lista que un ratón colorao. Bueno, la inspectora Ramos tiene un TOC. No es exótico la verdad, incluso hubiera preferido un tourette, pero no estamos para escentricidades además al lector de este género no le gusta que le cambien los muebles de sitio, el toc es el rasgo distintivo de su protagonista, recuerdalo Ines Cuesta en caso de que se haga la serie de tv para netflix.

Me bastan unos pocos compases para comprobar que la novela esta confeccionada con retales, con material reciclado. Vale que el tema policias esta mas que trabajado, pero me gustaria que tratasen de despistarme con algo de empeño. Los diálogos son tópico con sabor a caspa «en los ambientes en los que yo me muevo no es dificil crearse enemigos» y como en pocas páginas me aburro fantaseo con la posibilidad de que sea una parodia, algo de humor muy sútil solo que al autor se le ha olvidado finalmente añadirlo. Tambien pienso que sería divertido que fuese algo a lo Kauffmann y que el siguiente capítulo fuese un tratado de fisica molecular, algo para hacerte trizas la cabeza, ya me entendeis.

Pero no lo es, es un libro donde la inspectora le toca los huevos al juez y este amenaza con meterla un puro, esto es, es prosa políciaca a granel con unos protagonistas que tienen los mismos matices que sacaríamos si nos pusiesemos a enumerar de memoria la personalidad de los personajes de Canción triste de Hill street y una premisa, la del secuestro con víctimas a apiolar transcurrido el tiempo si no se hace mi voluntad que puede ser muchas cosas, pero no original porque está hasta en reina roja y la hemos visto varias veces desde que Tarantino la recicló en su capítulo del CSO. Un drama del género al que no le encuentro explicación es que los «maderos» se expresen no ya como el comisario, sino como Tejero, ¿de verás no se puede maquillar un poco la cosa?.

No desvelo nada más de la trama, por si alguno esta muy aburrido de su vida. La impresión general es que igual no es tan cutre como lo de García Jurado cuya propuesta es tan desvergonzada en lo zarrapastrososalchichero que al final te descojonabas o igual es solo que se toma a si mismo en serio. Este solo es una novela polcíaca ratona para gente que no lee muchos libros (o es acérrima de un solo tipo de libros lo cual tambiéen me resultaría marciano, porque te habría de gustar algo que es puro refrito) por gente que tampoco parece haberlos leido, es decir, una mierda igual.

DelParaíso – Juan Del Val

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De casualidad me topo con una entrevista de presentación de un libro por parte del inefable Pablo Motos. Tiene su truco, Motos no entrevistaría a un escritor salvo que tuviera algún tipo de relación con él y efectivamente así es, el autor, Juan Del Val es entre de otras cosas, uno de los guionistas del programa. Ningún programa le da un prime a un escritor a estas alturas, sobra decir, y de acuerdo con lo que he leído estos días nadie les podría acusarde culturicidio, lo que se publica hoy día no solo es que no interese al personal, es que habría que hacer mucha pirueta para calificarlo de producto cultural.

Del Val, leo, ganó no hace tanto el Primavera de novela, a falta de leer ese libro, podría decir que es un merito relativo porque los últimos son en su mayoría personajes mediáticos. Por ejemplo, practicamente toda la plantilla de presentadores de Telecinco ha publicado o va a publicar una novela, en su mayor parte, pastelotes históricos. Alguno de ellos incluso han sido premiados a lo bestia (digo premio pero esta claro que quiero decir). Pobricos, me digo, si trabajas en Telecinco la única manera de dormir los dias que no te ingresan la nómina es escribir novelas o hacer teatro o componer sinfonias, algo para expiar la culpa y tratar de compensar al mundo.

Considerando que las credenciales son tener obras publicadas a pachas con su mujer (Nuria Roca) y ser colaborador de Pablo Motos, se puede afirmar sin problemas que comienzo el libro con todos los prejuicios del mundo, que no se diga.

Metidos en harina encuentro que DelParaiso es una urbanización ubicada en algún punto de Madrid, podía ser de hecho cualquiera de las decenas de ellas, por ejemplo en la que reside el propio autor. En DelParaiso residen, se cruzan y mezclan el tipo de gente que conforma el vecindario de estas urbanizaciones, un director de sucursal de banco, un exfutbolista reconvertido a representante, profesionales liberales, familias en su mayoría bien, o al menos desahogadas con sus lios de infidelidades, vicios y pecadillos varios. Y el retablo de esa parte de la sociedad es lo que nos ofrece Del Val a través de un relato coral del que se sirve para diseccionar esta capa del tejido social pasando el bisturi por sus secretos, sus miserias y sus devenires corrientes y molientes.

El resultado es, me como mis prejuicios sin problemas, bastante bueno en lineas generales. Por bueno quiero decir que voy leyendo y no me siento idiota, que igual no puntua especialmente alto en el baremo, pero que le vamos a hacer, el baremo es el que es acorde a lo que se publica y copa la listas de ventas en estos tiempos. La narración está bien llevada, la escritura es correcta, no hay concesiones literarias innecesarias ni lucimiento personal gratuíto. El desarrollo de personajes es adecuado.

Tal vez le sobran páginas, algún personaje esta un poco de paso (normal entre tanta gente) y diría que le falta trascendencia o mala leche para ser Carver u otros con peores intenciones, quiero decir, no da lugar a más dobles lecturas que las pajas mentales que tu lleves en la mochila (si, tipo Parasitos aunque en esa pelicula yo vea la explicación del director metida a capón). La realidad es que se le pueden poner pocas objecciones a la propuesta. Cualquiera que viva en una urbanización similar o en zonas acomodadas reconocería sin problemas a los personajes si es que no es uno de ellos, y la opción de renunciar a la crítica social y quedarse con el mosaico a pelo tiene la contrapartida de que tampoco cae en la caricatura o la deformación. A algún personaje se le ve más el cartón que a otros sin duda y alguna situación es puro tópico (el directivo que se zumba a la canguro y la embaraza) pero diantres, la realidad a veces es eso, tópico.

Por ponerle algún pero más algún cierre de subtramas es algo rabioso, me refiero claro al de la examante del Rey que pudo haber sido modificado y hubiera ganado en el cambio sacrificando lo pintoresco. Pero que los cierres no sean lo mejor no quiere decir que sean malos (quitando ese que es lamentable). Como conclusión hay que decir una obra que cumple en su concepción, desarrollo y ejecución. Es un Carver del hacendado, o como un sushi con arroz del sos que te haces en casa apañando lo que hay, ni es original, ni es sobresaliente y por tanto no trasciende más allá de lo que se propone, pero no ofende ni es, ni de lejos, lo peor que hay ahí fuera. Y eso se agradece.