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Castellano – Lorenzo Silva

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No soy un gran lector de Lorenzo Silva, y eso que La flaqueza del bolchevique si me gustó, aunque no se hasta que punto influenciado por el recuerdo de Maria Valverde (más o menos teníamos y tenemos la misma edad cuando hizo la pelicula, no soy un Sanchez Dragó de la vida) y el buen hacer de Tosar que ya comenzaba a sacarse la chorra y bordar sus papeles. Pero luego leí alguna de sus novelas policíacas que podrían servir para evidenciar lo poco que ha evolucionado el género en estas décadas (ya apestaba cosa mala) y me dió cosica, verguenza ajena vaya, y eso que yo era bastante más mozo. No lo digo para posicionarme por encima del autor, lo digo como acto de sinceridad, si hubiese experimentado otra cosa lo diria, Silva de hecho me cae bien y de cuando en cuando he leído sus columnas sin que nunca haya sido columnista de referencia. Pero tras ese golpe de alipori no volví a leer ningún libro suyo.

Pillo este Castellano un poco con aprensión, lo admito, y porque no encuentro nada que me llame minimamente la atención ahí fuera, así están las cosas, sin duda el estío no es época para los descubrimientos sino para limpiar las cosas aparcadas.

Silva comienza contandonos que siempre se ha sentido un poco huerfano de raices que siempre es un drama. A los madrileños les sucede un poco como a los americanos según contaba Tarantino, carecen de raices, de sabor añejo. Es un poco tontería porque fuera de sus lugares de origen tanto madrileños como americanos son perfectamente reconocibles como madrileños o americanos y se les tolera mientras se dejen sus dracmas. En ambos casos cuando salen de sus entornos todo les parace peor, pero cuando regresan se notan faltos de algo. En el caso de los americanos se inventan raices irlandesas (que vaya honor tener un abueno destripaterrones de Cavan dicho sea de paso) o indios que siempre quedan bien. Los madrileños tienen que recurrir a cosas mas modestas, pueblos muertos o en vias de morir de algún rincón pintoresco, pero mejor decir que tus abuelos eran de Leon a que eran de Carabanchel o Moratalaz, porque, ¿que hostias significa ser de Moratalaz?

Lorenzo nos cuenta (explico esto porque es clave para el libro) que su madre era de un pueblucho cerca de Tamames (Salamanca) y su padre andaluz, pero que como el pueblo del padre tenía playa y buen tiempo solo recuerda haber ido una vez a Salamanca en su niñez, experiencia de la que recuerda sol y moscas (no hay duda, estuvo alli). Sin embargo y pese a su mayor cercanía con Andalucia jamás se ha sentido cercano a lo andaluz, cosa comprensible y que no voy a reprochar. Nadie no andaluz se siente andaluz, incluso ellos no deberían. Bueno si, Alejandro Sanz pero hablo de gente normal.

Un hecho servirá para que la cosa se decante y solucione esa horfandad identitaria. Tiene casa en Barcelona y asiste con cierto estupor al ascenso del nacionalismo catalan, ya sabemos, gente que se siente superior moralmente (y genéticamente) al resto del pais, aún cuando mas de la mitad de ellos proceden de poblachos extremeños o andaluces por muchas gafas de pasta de colores que gasten, superioridad que es un poco como yo no soy racista como los putos gitanos esos que no soportan los payos y que no se integran, pero bueno. Un dia, tras escuchar que un protohombre catalan describe despectivamente la sonrisa de alguien como mesetaria (en la meseta todo el mundo sonrie igual) mientras va en el coche apaga la radio del rechazo, desprecinta un disco que admite que compró porque estaba de saldo y que resulta ser del Nuevo mester de juglaría y le sobreviene una ecolosión epifánica escuchando el himno de los comuneros, Lorenzo ha encontrado sus raices, a partir de ese momento Lorenzo es castellano.

No creo que sea posible alzanzar una epifania mas jodida que la castellana sin chupar un sapo bufo o meterse una mierda buena, quieron decir, en el ranking de epifanias debe estar bastante alto. No descartemos que escuchar el Nuevo mester tenga estos efectos.

Aqui un inciso, Silva se reencuentra con su yo castellano pero sus raices de ser son charras, y Salamanca pertenecia al reino de León que era, sobre todo al inicio rival del castellano. Salamanca tiene frontera con Portugal, y Castilla nace a 300 km de sus raices maternas en algún rincon entre Cantabria y Burgos por la mezcla entre vascos, cantabros, leoneses, astures y mozarabes (basicamente los restos de serie de estos, lo mejor de cada casa vaya). Por supuesto no es algo que no interesa al gran público, pero incluso a quienes nos hemos criado en Salamanca nos rechinaba, merced a lo poco mirado de los programas educativos, leer las hazañas de Ferran Gonzalez cuando se reía de los reyes de León, un poco como si a los crios escoceses les contasen como los audaces reyes ingleses atraparon al rebelde William Wallace y destriparon como a un vulgar ladrón de gallinas.

Asi que siendo un poco mirados Silva se siente reconfortado con una identidad que no le corresponde, pero bueno, como lo ha elegido él se respeta y punto.

Y de ese feliz encaje del autor con el mundo nace el libro, que ni es novela ni ensayo sino un hibrido intermedio. Silva nos va entreverando sus mierdas personales que he referido al comienzo, su identidad, su descubrimiento de las raices castellanas, con una narración de las guerras comuneras. La primera es un poco impudicia personal, me parece bien que te sientas castellano, ¿pero eso hace un material narrativo interesante?, ¿que sustancia tiene tus paseos por los restos del antiguo reino? bueno, habría que discutirlo. Lo segundo se nota que esta trabajado, estudiado (no voy a hacer el esfuerzo de contrastar si se ajusta o no a los hechos) aunque la redacción es un poco de guionista de reality chungo, de estos que te sacan un texto a partir de las vivencias de algún pobre diablo que va a la tele a reconciliarse con el hermano con que discutió por una herencia.

Esta naturaleza hibrida hace que me pregunte el motivo por el cual no se ha decidido a hacer novela historica como tal sino a elaborar una redacción de episodios históricos (con cierta falta de objetividad o por decirlo de otra manera, dando una visión algo maniquea de la historia donde los comuneros eran gente chachi a la que el rey flamenco quería crujir a impuestos, cuando realmente tambien eran representantes del viejo orden (iglesia, nobleza local..) que se resistían como han hecho siempre a cualquier propósito de modernización y donde la gente de a pie salia perdiendo ganase el bando que ganase). Igual hacer una novela historica le parecia de pobres o crear una trama y unos personajes le daba sofoco. No se. A veces da la impresión de que te esta cascando textos históricos con una elaboración mínima y tampoco tienes ningún ancla en forma de personaje para identificarte o para que te interese, y puestos a leer hechos históricos en crudo pues igual tiro por un texto histórico de verdad que por una elaboración baratuja donde me ametrallan con hechos y personajes.

Otro aspecto no menor es que para Silva el episodio que condense la castellanidad sean las guerras comuneras, ocurridas durante el reinado de Carlos I y por tanto, tras la unificación de los reinos, esto es, cuando Castilla ya se estaba diluyendo en el nuevo reino de españa y donde por participar participa hastaToledo. ¿quién le ha dicho que las guerras comuneras condensan la flema castellana?, no creo que nadie serio.

Dejando al lado el tema taxonómico y el temático que nos lleva a constatarque aqui hace tiempo que vale todo sobre todo dependiendo de quien facture, la función tiene los defectos y virtudes propias de los batiburrillos. Algunos textos se leen bien, otros no tanto. No creo que Silva sea un gran narrador, al menos en cuanto a narrar eventos historicos con la enciclopedia al lado, la visión por parcial puede caer en lo simplón y la redacción no me parece gran cosa. Pero por otro lado hay cosillas que se leen con cierto interés, siempre que uno sintonice con el tema por supuesto.
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Desde el punto de vista del tema abordado es gracioso ver esta reivindicación de la vetusta Castilla. Supongo que es la respuesta intelectualizada a las provocaciones del nacionalismo paleto catalan, reinvindicar la otra parte. De hecho hasta soprende que no haya habido reacciones mas furibundas y menos elaboradas, quiero decir, seguro que en otros paises ya les habian curtido el lomo a mas de un supremacista en algún paraje de los que denostan y tachan de atrasados, pero la realidad es que para su disgusto el resto de España ha demostrado muchas veces que estan bastante por encima de la imagen tergiversada con la que el nacionalismo catalan trata de estigmatizarla. Tampoco entraré en la legitimidad de Silva para reinvindicar Castilla, algo que ya se hizo por gente como Unamuno (y otros noventaochistas y por las mismas razones, los ataques de los nacionalismos perifericos) a quien además Castilla le pillaba más próxima geográficamente. Silva puede sentirse como le salga del ojete y reivindicar lo que quiera, es su prerogativa.

Si vamos al punto de vista personal, los nacionalismos regionales siempre me han parecido una catetada gorda y no tengo ninguna intencion de enaltecer nada similar. En cierta manera algo que hay que agradecer a haberse criado en una comunidad desustanciada que de hecho es un conglomerado de dos, es que no tienes que cargar con la pesadez de hacer honor a una identidad impuesta. No tienes que ser gracioso, ni tacaño, ni bruto ni palurdo más allá de lo que te pida el cuerpo, ni tienes que comportarte de manera extraña cuando vas fuera. Eso es un respiro.

La exaltación castellana de Silva tiene sus puntos de interés, pero no se hasta que punto es extrapolable, o sirve para tratar de empujar el castellanismo (de nuevo como oposición a movimientos centrífugos) luego supongo que las guerras comuneras en manos de un profesional (no español) darían mucho juego, aqui simplemente se despachan, con lo que da la impresión de ser un poco excusa para que el autor nos meta sus historias personales. Tampoco estoy muy convencido de que consiga destilar la esencia de lo castellano, de existir puesto que ya dije que es una comunidad que ya nace siendo reunión de restos de serie y que fue creciendo incorporando todo lo que quedaba suelto. En cualquier caso Lorenzo, ahí quedan tus cosas, que no se diga.