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Cuando el VIPS era la mejor librería de la ciudad

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Cuando alguién afirma categórico que va a abrir un melón y que si se trata de una cuestión incómoda y patatin patatan casi es seguro que el melón lleva tiempo abierto y ya hiede y que se viene una entrega de cuñadismo. Eso hizo Choto Ivars hace unos dias hablando sobre la emigración. Choto se puso el disfraz de polémico para coquetear con las tesis antimigratorias que predican las derechas que saben que no van a gobernar solas.

Los argumentos rondaban lo chanante, uno era por ejemplo que una amiga tenía miedo de ir a casa sola porque vivía en el Raval y claro. Como yo viví en barcelona un tiempo hace ya su buen tiempo puedo afirmar que el Raval por la noche ya entonces tenía rincones oscuros donde era mejor no aventurarse fueses hombre o mujer salvo que fueses a tiro hecho y a cosas, ejem ejem, concretas y poco legales. Yo mismo, aficionado a deambular, me extravié un par de veces por zonas aledañas y no voy a decir que la cosa acojonaba, pero no eran parajes para andar despreocupadamente, y era por la tarde. Pero el problema, nos dice este patán, es de ahora.

El elemento común de sus afirmaciones es la ausencia de datos que sostengan sus afirmaciones. Todo es, «se esta volviendo insoportable». ¿para quién?, ¿basado en qué choto Ivars? en fin, basura disfrazada de verdad incómoda. El problema no es que Ivars sea imbécil, que lo es, sino como esos discursos ahora son rentables y se realizan sin mejor tapujo. Iker, programa donde colabora el Choto, por ejemplo también ha pasado de los fantasmas con sábana a los fantasmas reales. No hacía falta rascar mucho, pero lo que antes era implícito ahora es público, notorio. Ser rancier comienza a ser normal, y peor, admitido.

Olmos tiene un podcast con Choto Ivars y no esconden su complicidad de manera habitual al modo que antaño Reverte y Marías se tiraban flores por sus columnas, rezuma menos pollaviejismo, pero el mecanismo es parecido. Por desgracia en los tiempos que corren ambos son conscientes de qué es lo genera tráfico en sus columnas y hasta cierto punto han claudicado a las métricas. Cuando Olmos habla de feminismo o de «cuestiones sociales» sus clicks y comentarios se disparan, cuando habla de libros respondemos cuatro, y a fin de mes uno tiene que entregar resultados porque vive de eso.

El drama radica en que sus artículos literarios, los de menor impacto, están bien, muy bien de hecho, mientras que en cuestiones sociales y políticas y dónde peta el contador, por ser generosos, cuñadea. Están bien escritos, suelen tener algún giro interesante, pero en líneas generales son previsibles, no dicen nada ocurrente, novedoso u original y aparte de estar bien redactados (que hoy dia igual no es poco), no difieren de la opinión de cualquiera y carecen de la menor singularidad.

Eso es lo que refleja este recopilatorio de sus columnas de 2015-2020, los apartados La cuestión de leer, de escribir, y el epílogo, de contenido literario, son recomendables. Hay buenas recomendaciones de libros y autores, salseo, mala leche, cierta mordacidad. Si te gusta leer y el mundillo literario, son muy interesantes, puedes compartir sus gustos, prejuicios o no hacerlo, pero son buenos, alguno muy bueno. No es que haya mucha gente dedicándose a la columna literaria estos días, cabe decir, pero aunque la hubiese, se defienden bien.

Los que entran dentro de las cuestiones política, social y familiar, bueno, pues puedes saltárlos sin problemas o leerlos, pero a sabiendas de que son algo reiterativos, menos ingeniosos y bastante menos interesantes e inspirados, es la opinión de cualquiera, no hay valor añadido o dicho de otra manera, si solo escribiera de temas sociales personalmente muchos días ni leería sus columnas. Alguno bueno hay, sobre paternidad, que parece que le dió fuerte, pero otros no pasan de provincianos (que para eso ya tenemos el complejo de pueblo de Muñoz Molina que escribía mejor).

Otra cosa interesante puede ser ver la evolución de la elaboración de los textos, paralela a la del propio medio (El confidencial), el Olmos de ahora ya prescinde de todo tipo de expresiones informales que remitían algo Perez Reverte cuando en sus columnas se pone juguetón. En ese sentido vemos como Olmos ha pasado de algo que podías encontrar en un blog a un estilo más depurado (que igual con el callo le lleva menos tiempo incluso).

En conclusión a la hora de la recopilación yo hubiese prescindido de todo o casi todo lo no literario y enfocado en lo que es su sello y donde deja sus mejores momentos, han dejado muchos artículos fuera (los he leído) y podría haber incluido más de los que ha ido publicando en Zenda (que me parecen mejores que los de El confidencial) e incluso recuperado alguno de cuando era malherido y no Olmos, la cosa hubiese mejorado varios puntos y habría sido un buen libro a recomendar a escritores o aspirantes a ello.

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