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Paraiso – Abdulrazak Gurnah

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El nobel de literatura es, junto al de la paz por sus sonadas cagadas, uno de los más transversales. Nadie discute si el nobel de fisica esta bien o mal dado. Imagino que en gremio de fisicos habrán codazos y guiños, pero al resto del mundo se la trae floja un descubrimiento esencial sobre como bailan neutrinos o no sabemos discernir si eso da para premio o no. Con la literatura es otro cantar. Mucha gente lee libros, mucha menos que antes, pero sigue siendo algo de amplio calado acerca de lo que cualquiera puede opinar.

No hace tanto el Nobel premiaba a un autor por una trayectoria poco discutible. Siempre ha sido un premio concedido por un jurado de 20 personas, arriba o abajo, y siempre ha estado expuesto al politiqueo del momento y a la labor de alcoba y el correveidilismo de despachos (por eso Cela lo tiene y Delibes no, con lo que no digo que Cela no lo merezca sino que lo merece al mismo nivel de Delibes) pero el mensaje del Nobel era claro, estos autores son canon y su puto nombre quedará esculpido en mármol, sin que ello lo salve de olvidos imperdonables (Borges es uno de los escritores en lengua castellana más influyentes, al menos en otros escritores) o premiados que han sufrido regulero el paso del tiempo y que hoy día tienen una vigencia muy limitada por no decir que no la tienen.

Sin embargo eso cambió. Incluso antes del Dylanazo es imposible no advertir cierto desnortamiento en el premio. Sigue siendo el criterio de un grupo de personas sujeto a presiones varias, pero el mensaje se ha desvirtuado. Los objetivos parecen menos definidos y menos absolutos y abarcan desde epatar hasta descubrir a escritores que a ellos les parecerán dignos de los honores pero que, a fin de cuentas, ni han trascendido por su literatura ni gozan del consenso generalizado. Eso nos lleva a autores semidesconocidos al menos en ciertos lares, exotismos, o apuestas por escritores menos conocidos, al tiempo que es muy complicado no pensar que se penaliza a autores cuya calidad nadie discute por razones tan peregrinas (suponemos) como vender bien o por su nacionalidad, que digo yo, si la narrativa americana es de las mejores y más fecundas, pues se reconoce y ya está, pero no Roth palmó sin lo que hubiese sido un premio merecido y poco discutido.

Pero el Nobel sigue siendo el Nobel, aunque nos tenga algo despistados respecto a que pretende ser aunque, al menos en mi caso, prefiera la concepción inicial a que trate de ser una invitacion a conocer autores desconocidos o un premio a otro tipo de activismos o politiqueos de cualquier tipo, quiero decir, es muy respetable, pero para eso debería haber otros canales.
Poner en la palestra a gente como Tokarczuk con bibliografias que no llegan a las 10 novelas y ninguna de particular éxito es una putada gorda cara a hincarles el diente, ellos que estarán contentos de la vida, pero «descubrir» a alguien con la etiqueta de Nobel condiciona aunque se trate en este caso del juicio de un soplagaitas como yo. Tokarczuk, apenas traducida, me pareció bien pero ni mucho menos una autora imprescindible en ninguna faceta, mucho menos como para ser Nobel.

En el caso de Gurnah solo habia llamado la atención de una pequeña editorial española. Para jodernos el cuento de hadas, el premio les llegó cuando ya habian quebrado, asi que ni de eso se han podido beneficiar. Gracias al Mola gate estamos viendo que hoy dia publicar tiene mucho más que con cosas como los likes, followers, ruido que hagas en las redes sociales o incluso tu edad y género que con la calidad de lo que hagas, pero no deja de ser un dato. Gurnah no había llegado al radar de nadie de relevancia en español con fuerza para publicarlo aunque eso dice mucho en detrimento del mundo editorial en español. Aunque tenga etiqueta exótica, Gurnah es profesor de literatura en Kent, vamos que no lo han sacado de la selva ni va en taparrabos y ha sido finalista un par de veces del Booker. Que un perfil asi sea susceptible de recibir el Nobel y que a ninguna editorial española de fuste le haya dado por traducirlo te cuenta todo sobre como está el mercado, y sobre porque lees mierda tras mierda de gente que no tiene nada que contar y a gente que ni te suena le dan el Nobel.

Pero vamos al libro. Paraiso nos pone frente a Yusuf, un crio de 10 años que es enviado junto a su tio Aziz como ayudante hasta que se entera que en realidad, esta siendo el pago de una deuda contraida por su padre con el tal Aziz que ni tio ni nada, sino contrabandista y mercader (aunque piadoso y justo hay que decir).
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La acción transcurre en la Tanzania justo anterior a la I guerra mundial y tiene tres partes diferenciadas, la primera la llegada de Yusuf a la casa de Aziz y el descubrimiento de un nuevo mundo y de su situación (que en ningún momento supone ningún trauma ni nada por el estilo ni implica ningún trato vejatorio). La segunda su viaje iniciático al centro de Africa en una expedición comercial que sale regulinchi y que ha servido para que busquen parentela con Konrad bastante cogidas por los pelos en mi opinión. Y la tercera que habla de los momentos posteriores, como ha madurado Yusuf hasta el final que es la llegada del conflicto europeo a las colonias y que sirve para cerrar el libro.

La lectura es ágil, viva, colorida y responde a lo que te puedes esperar de un escritor tanzano (aunque, reitero, enseñe literatura en Kent). El libro se lee bien y es más Kipling, e incluso Kapuściński en Ebano que desde luego Konrad. A ratos es aventura, a ratos relato de maduración («-Yusuf, ve con ellos y fijate en lo despreciable y necia que es la naturaleza humana»). Los personajes no responden al tópico inmediato (Aziz es bueno y protege a Yusuf al menos no lo trata como un esclavo).

Por supuesto por buscarle la chicha hay varias puyas al tema colonialismo y al papel de Africa como espectador mudo objeto de expolio de los europeos («Tengo miedo de los tiempos que tenemos por delante (…) Todo está alborotado. A esos europeos se los ve muy decididos y, mientras luchan or la prosperidad de la tierra, nos aquilarán a todos. Habría que ser un estúpido para pensar que estáan aquí con el fin de hacer algo bueno. No es el comercio lo que buscan, sino la tierra. todo lo que hay en ella…, incluidos nosotros.») o su subordinación a la tiranía del hobre blanco («»El sur es una casa de locos. Allí se han hecho realidad toda clase de fantasías crueles. Y deja que te diga algo sobre esos afrikaaners. Están locos. No quiero decir que sean sencillamente salvajes y sanguinarios, sino mucho más que eso. El ardiente sol ha convertido su cerebro holandés en sopa.»).

También aparece el asunto religioso («-Ahi vive su Dios. Los salvajes creen en cualquier cosa si es lo bastante descabellada. No conviene decirles que esto o aquello es infantil. No se puede discutir con ellos.»), pero ya digo, nada demasiado espeso.

La conclusión es que es una lectura interesante, amable, entretenida, de lectura sencilla, poco densa que no se ceba en victimismos, simplezas o maniqueismos varios. ¿Da la cosa para nobel? Pues no se, realmente no diría que me ha asombrado, todo está bien, responde un poco a las expectativas y no cae en lugares comunes o simplezas, pero tampoco puedo decir que me haya deslumbrado. Es uno de sus obras más reconocidas y sin duda me parece un buen libro pero me resulta insuficiente para hacerme un juicio sobre la trayectoría del autor como galardonado por lo que supongo que lo mejore es pillarlo y disfrutarlo sin pensar en estas consideraciones de antemano.