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La insoslayable brevedad de Yolanda

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En Juego de Tronos, aquella adaptación que comenzó muy bien y terminó de, bueno, que terminó, uno de los intringulis era ver cómo cuando sucedía algo gordo entre los personajes principales, los secundarios aprovechaban la situación para imponer sus intereses y recolocarse en el tablero.
Yolanda Diaz hizo suya esa subtrama del guión para montarse un chiringuito sin tener por el enojoso trámite de tener que pasar ninguna reválida. Aprovechó un momento de shock, la convocatoria de eleccines adelantada de Sánchez y la sensación justificada de que Podemos y sus lideres estaban en horas bajas para puentearlos e integrarlos en otra organización con premura y cierta urgencia, en concreto en su organización, de apenas dias de vida y de funcionamiento interno indeterminado fuera de, claro está, su liderazgo.

Por añadir contexto tampoco es que la idea del partido repositorio de las izquierdas sea una cosa novedosa. La izquierda en españa tiene tendencia a atomizarse debido a diferencias ideológicas que desde fuera parecen nimias pero que para ellos vienen a ser insuperables y que suelen enmascarar personalismos. Cuando los partidos son muchos y gracias a la ley electoral se vueven irrelevantes, alguién dice, venga chicos, asi no vamos a ninguna parte, para unirse en unas siglas y reiniciar el proceso. Asi se fundó IU, Unidas Podemos, Sumar.

Por tanto no es que la maniobra no estuviese justificada, ni careciese de precedentes. Su Unid los clanes de Braveheart tenía sentido porque acudir a unas generales con veinte formaciones defendiendo lo mismo era una manera idiota de tirar voto a la basura. Tampoco hay que indagar mucho para descubrir que dichas escisiones en gran parte fueron provocadas por la manera de gestionar de Iglesias, y por la figura de Iglesias mismo, aún representado por su pareja Montero. Asi que Podemos no era inocente, sino causa activa de gran parte problema (los personalismos siempre hacen el resto).

Y Yolanda pensó, si Podemos es parte del problema y lo eliminamos de la ecuación, el problema debería resolverse por si mismo, y quien mejor para liderar esa nueva opción de izquierdas que yo misma, claro, que vengo de una legislatura donde he brillado fundamentalmente por dos factores, las medidas propuestas desde mi ministerio han tenido un buen funcionamiento y dos, estaban los Montero Iglesias como pimpampum del congreso y a mi nadie me ha tirado ni un tomate.

Ejecutada la operación su primer error táctico fue subestimar a Podemos quitándose de un plumazo a sus cabezas visibles. Nada le había costado mantener a Belarra como ministra, mantenía con cierto buen cartel y hubera sido un buen gesto habida cuenta de que Montero ya estaba muy quemada para ser recuperable. Esto la hubiese congraciado de alguna manera con el votante de Podemos, a la postre, más fiel de lo que estimó. Pero si comienzas un proyecto aglutinador al que llamas Sumar y que pretende ser algo amable y un sitio de encuentro chupi y lo primero que haces es restar nombres, no estas comenzando con buen pie y es inevitable pensar si no hay cierto revanchismo en tus intenciones.

Este sería un poco el primer error. El segundo fue pensar que un golpe de efecto sería suficiente para sacar un partido que aglutinase la izquierda del sobaco y que eso iba a tener la aprobación general de su electorado. Puedes hacer un golpe de efecto, puentear a Podemos, esquivar los engorrosos trámites de las primarias o de que alguien valide tu, ejem, poco democrática manera de alzarte con el mando, pero eso no significa que esté todo hecho y la labor haya terminado. Al final llega septiembre y te encuentras con que el militante de la izquierda es autocrítico, y si algo le cuesta poco es ser implacable con los suyos ante la urna aunque suponga hacerse el harakiri.

Ahí le llegaron los cates gordos a Yolanda, pasado el susto debió regularizar lo que había hecho con prisas y de su manera. Y no hacerlo fue un poco su condena, no pasó los exámenes. Una cosa es que tengas una idea razonable, que tu misma seas una política con trayectoria y cierto contenido, pero al final si desprecias de esa manera las formas y ejecutas todo de manera tan trapacera te lo hacen pagar, o de otra manera. Puedes creerte más listo que nadie y colar el truco una vez, pero al final el trampantojo tiene que colar el tiempo suficiente, y el tiempo siempre es demasiado para cualquier trampantojo.
Su renuncia, a la espera de que se integre en otra formación, guiño guiño, la deja en una situación compleja de explicar. Aunque nos pasemos los principios democráticos por el forro, la democracia española es, basicamente, un asunto representativo. La gente no votó a Yolanda Diaz (que alguno lo haría), la gente votó a Sumar para que, en este caso, aglutinara las izquierdas y gracias a ese voto Yolanda entró en el gobierno. Renunciando a su posición en sumar es complicado justificar su presencia en un cargo representativo puesto que, bueno, has dejado de representar a nadie. Pero bueno, como digo, algo me dice que esto no es su último capítulo, aunque de momento Podemos, maltrecho, sigue y Sumar está por ver.

Written by Anónimo

junio 13, 2024 at 12:41 pm